La decisión de Ricardo Melchior (todo hay que decirlo) fue forzada desde muchos ayuntamientos (sobre todo del norte de la isla) por alcaldes que temían perder muchos votos si “tocaban” la no mentada, pero por todos reconocida “economía sumergida”, que esconden los guachinches y sus “virtuales” y efímeros “puestos de trabajo”. Lo dicho: todo quedó parado ante una lamentable realidad, menos el registro de la marca “Guachinche” a nombre del Cabildo, cosa que se había hecho en 1997.
Jugando con el nombre del recordado restaurante “El Bulli”, se anuncia este guachinche llamado “El Bullicio”.